Oradores
Se puede corregir la expresión oral.
Lo demostró Demóstenes,
que se convirtió en uno
de los mayores oradores griegos
a pesar de tener problemas
de respiración y de pronunciación.
No pudiendo pronunciar bien la ch, la r, la s y la l,
se ejercitaba recitando en voz muy alta y de corrido,
versos mientras subía corriendo por las calles empinadas.
Prem Rawat
Craso cuenta que C. Graco,
cuando hablaba en público,
tenía a su lado a un flautista que,
oculto a la mirada de los oyentes,
le daba la nota justa
a la que debía adecuar la voz,
de modo que la levantara si
por casualidad había bajado de tono,
o la bajara si,
arrastrado por la fogosidad del discurso,
la había subido demasiado.
No discutir nunca con un idiota.
La gente podría no notar la diferencia.